Entre peas y partidos de fútbol

Por Juan Sebastian Ibarra

A María Antonietta Vargas, única en exigir mis textos.

0. Comienzo mi texto con una explicación, una vulgar excusa por la tardanza. No sé qué pensarán los demás, pero después de un partido como el Venezuela-Paraguay, con tanta embriaguez de vinotinto, hay que reposar. Una vez terminado el descanso, luego de haber bebido la sopa respectiva (los otros partidos), uno puede prepararse para una nueva jornada, no antes.

1. Para el encuentro contra Paraguay, Venezuela venía con el envión anímico de una noche de tragos donde logró “coronar”; consiguió arrebatar la chica guapa a otro “cazador nocturno” (Ecuador) y, como empatando una pea con la otra, se lanzó un trago brindado por Tomás Rincón y, cómo no, servido por un mesonero de primer nivel, Salomón Rondón: un disparo desde fuera del área, con un efecto de crack que dejó sin chance al meta Justo Villar, a pesar del gran esfuerzo por taparlo, se coló en el fondo de las redes paraguayas.

1.1. Para Ernesto y yo, en la sala de Reynaldo (los mismos Cazal y Hernández que me acompañan en estas lides de escritura futbolera), ese gol llegaría unos segundos más tarde que para el resto. El grito nos llegó como una broma de mal gusto, pero bastó ver la jugada para entender la diferencia temporal entre un televisor y otro. Primer trago del día y continuaba la fiesta.

2. Toda borrachera tiene su punto de quiebre, naturalmente. Llega un momento en el que, por ejemplo, rompes un vaso, una botella; te tropiezas y notas el mareo. En ese punto, tienes dos opciones: seguir bebiendo y llegar al punto de caerte, tumbar a la anfitriona de la fiesta, dejar los restos de tu cena en el piso del baño o, preferiblemente, en un lugar más apropiado; pero también puedes, si tienes la entereza de carácter suficiente, dejar a un lado el trago y esperar a que se bajen los vapores etílicos. Este último no fue el caso de Venezuela, que se permitió llegar al extremo. Es que ese es uno de los peligros de beber sentados: cuando te levantes, te irás de bruces, no sabrás que estás mareado hasta que ya has tocado el suelo y, cuando alces la mirada, el daño ya estará hecho: fueron tres goles a balón parado, con rebotes incluidos. Los pupilos de Farías Tropezaron, rompieron la botella y se deshicieron en el baño trasero.

2.1. Hasta de la peor de las rascas puede revivirse en la misma noche. La vinotinto supo volver del infierno del alcohol, y como nuevo, tras el viaje al baño del bar, pasó por la barra, se tomó un trago de un solo empujón, caminó con confianza y, con el mismo impulso, destrozó la ventaja guaraní. Sólo tres minutos le bastaron para que, con todo y la entrega de Renny Vega, el equipo venezolano lograra lo imposible: pasó de ser el borrachito acabado, del que se ríen los demás, al alma llanera de la fiesta.

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